Historia de un reencuentro: el extrabajador Bernardo Aspiazu vuelve a Metalúrgica Marina a sus 94 años

06/07/2023

En 1945, (ARA recién fundada en 1943) un joven Bernardo Aspiazu conseguía el trabajo que le acompañaría toda su vida. Apenas tenía 15 años, pero aún a tan temprana edad era consciente de una cosa: para vivir bien hay que trabajar. Y él empezó a trabajar con mucha ilusión en las instalaciones de ARA – empresa miembro del Grupo Marina -, en Uribarri. A pesar de los cambios, los traslados y la evolución del sector, el compañerismo y la familiaridad que se vivían en la empresa le hicieron permanecer aquí, hasta que en 1988 se tuvo que jubilar anticipadamente por enfermedad.

Sin embargo, ARA nunca ha dejado de estar presente en su vida. A sus 94 años, cada vez que pasaba por delante de nuestras actuales instalaciones en Erandio evocaba esta gran etapa de su vida y se preguntaba qué es lo que habría cambiado dentro de la empresa. Bernardo recordaba haber visitado los talleres con su hija para enseñarle, con mucha ilusión, en qué trabajaba, pero sus nietas nunca tuvieron esa oportunidad. Y él lo lamentaba reiteradamente. Así es como Iratxe González Aspiazu, su nieta, tomó la determinación de contactar con nuestro equipo para darle la bonita sorpresa a su abuelo de rememorar los viejos tiempos.

Cuando conocimos la historia, concertamos una visita inmediatamente para que Bernardo pudiera recorrer las instalaciones una vez más. Lo hizo acompañado de su hija Esti y fue una increíble oportunidad de volver a una época muy feliz de su vida. Para nosotros fue una visita que nos hizo especial ilusión, porque nuestra historia es la de nuestros trabajadores, y sus ganas por volver a los talleres después de tantos años es, por supuesto, un motivo de orgullo.

Los cambios en la forma de trabajo son evidentes. Según nos indicó Aspiazu durante su visita, la transformación en el proceso productivo de la empresa la hace casi irreconocible. Él, que tenía el puesto de jefe de Taller, aún se acuerda de memoria de estos procesos, pero las nuevas tecnologías y la especialización del sector han cambiado la forma de trabajar. Por ejemplo, recordó que todas y cada una de las piezas se fabricaban in situ, hasta los tornillos. Sin embargo, ahora hay gran cantidad de componentes que se encargan a especialistas en el sector directamente. Su compromiso con la empresa era tal que aún recuerda las noches sin dormir empleadas en buscar una solución a los problemas que surgían, con el objetivo de resolverlos lo antes posible. La implicación con el trabajo y el puesto que ocupaba era total y, 35 años después, lo sigue siendo.

Y tantos años de experiencia dan para muchos aprendizajes, que compartió con nosotros. Para él, la clave para mantener tan buen ambiente en el trabajo está en reunirse para comer, incluso fuera del horario laboral. Las comidas son lo que une a la gente. Todos los compañeros comían juntos a diario y siempre había algún trabajador con dotes culinarias que se encargaba de ponerse a los fogones en aquellos encuentros. Este ambiente se veía reforzado, también, fuera del trabajo. Cuando los talleres estaban en Mungia, iban hasta el restaurante Bidebieta, situado en el cruce de Bakio y Bermeo, y el fundador, Aramburu, invitaba a gran parte de la plantilla a una copiosa comida.

“Agradecemos profundamente a su nieta Iratxe el haberse atrevido a contactar con nosotros para que su abuelo visitara una vez más la empresa a la que dedicó tantos años de su vida, pero, sobre todo, le agradecemos habernos dado la oportunidad de conocer con más profundidad nuestra empresa y a las personas que ayudaron a construirla”, comentó Gorka Marina, CEO del Grupo Metalúrgica Marina.

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